Divide y vencerás, juntos pero no revueltos, mezclado, no agitado... Estas frases famosas podrían aplicarse a los trucos para dividir espacios, sin necesidad de recurrir a una pared. Una separación no tiene porqué ser traumática...

 

 

1. Puertas correderas 

Ostentan el puesto número uno de este tipo de soluciones porque son como tabiques móviles, que unen o separan por completo un espacio de otro, con un simple gesto. Además de no dejar rincones sin uso, las puertas correderas son un recurso perfecto para crear espacios abiertos que minimizan las zonas de paso y permitan comunicar o independizar dos ambientes contiguos según la ocasión. Para ello, lo mejor es optar por puertas de doble hoja, que abran amplios vanos. De hecho, más allá de las medidas de puertas convencionales, se pueden instalar hojas de grandes dimensiones (hasta 3 m de ancho) que se convierten en verdaderos tabiques móviles que se deslizan por guías embutidas en el techo o el suelo.

 

2. Muros de cristal

Un cerramiento acristalado hará que dos ambientes estén juntos y separados a la vez. Tal paradoja se produce gracias a la transparencia del vidrio, que deja pasar la luz a sus anchas, así como la amplitud visual que conlleva. Y, al mismo tiempo, cierra con sutileza, suponiendo un límite entre, por ejemplo, cocina y comedor, dejando a raya olores y humos fuera de las zonas de estar. En este caso, se ha instalado una estructura de cristal con cuarterones blancos para darle un aire más acogedor, pero igualmente luminoso.

 

3. Un armario separador

Con esta idea obtendrás doble utilidad. Por un lado, será un tabique que separará visualmente y distribuirá el espacio. Por otro, un módulo de almacenaje clave para el orden y la organización. Si no lo llevas hasta el techo, la luz fluirá con mayor libertad por la casa, sin dejar rincones totalmente oscuros.

 

 4.Una librería muy práctica

La funcionalidad de este recurso es doble: es un mueble que separará diferentes zonas en un mismo ambiente y sirve para guardar libros y decorar. ¿Qué más se le puede pedir? Si la escoges del mismo color que las paredes, resultará más liviana, mientras que si optas por otro tono, destacará como elemento separador.

 

 

 

5. El sofá como frontera

Si quieres dividir con estilo el living, distinguiendo salón de comedor, utiliza el sofá como línea divisoria. Si quieres reforzar el efecto, coloca un mueble bajo en el respaldo, con el que además ganarás almacenaje. No todos los sofás son válidos para crear este efecto. Elige uno con respaldo bajo y recto y así no resultará pesado. 

 

6. Se abre el telón

Las cortinas son elementos separadores ligeros que, en un momento dado, pueden funcionar como elementos divisorios, sobre todo en lofts y ambientes diáfanos. El juego decorativo que ofrece esta solución es muy flexible, ya que puedes elegir telas claras y livianas, como el lino, para un aire fresco, o bien más pesadas y en colores elegantes, como el terciopelo, para un efecto más teatral. 

 

 

7. Una barra como nexo

Si la cocina comparte escena con el salón y deseas distinguir ambos ambientes, sin ser drástico, recurre a una barra, en isla o península, como esta. Será un lugar aprovechable desde todos sus lados y marcará los límites entre zona de trabajo y estar. Además de separación, lograrás una mesa donde reunir a familia y amigos en comidas informales. 

 

 

 

8. Cambio de suelos

El pavimento puede usarse como elemento útil para distinguir ambientes dentro de un mismo espacio. Un cambio de material o de nivel en el suelo puede enmarcar áreas distintas, como en este caso, con una alfombra de mosaico hidráulico que traza la zona de cocina.

 

 

 

9. Lamas en vertical

Visto y no visto. Este es el efecto que se crea con la incursión de este tipo de lamas en la distribución de un espacio diáfano. Se trata de un elemento fijo, mucho más ligero que un tabique, el cual ayuda a distribuir los pasos y la circulación, sin resultar un obstáculo para luz y la sensación de amplitud. 

 

 

10. Un mueble bajo

Otro recurso para separar salón de comedor es colocar un mueble bajo, que ofrezca almacenaje y, a la vez, signifique el principio y fin de una zona en una misma estancia. Mejor dejar su superficie despejada para no saturar el ambiente y que sus frentes, tanto por delante como por detrás, sean lo más neutros posibles, para que tenga dos caras iguales.